Un orador inicio su seminario mostrando al auditorio un billete de $20 dólares. Dirigiéndose a los 200 espectadores pregunto, ¿Quien quiere este billete?. Muchas manos se levantaron. Luego dijo, Se lo voy a dar a alguno de ustedes, pero primero perimtanme hacerle esto..., y lo hizo bolita dejándolo todo arrugado. Entonces insistió, ¿Quien todavía lo quiere?. Las manos volvieron a subir. Bien, dijo. ¿Y si le hago esto?... y lo dejo caer al suelo y lo empezó a pisar contra el suelo con su zapato.
Al recogerlo lo mostró al auditorio. Así, todo arrugado y sucio, ¿todavía lo quieren?. Las manos se mantuvieron arriba.
Amigos, han aprendido una lección muy valiosa. No importa todo lo que le haya hecho al billete, ustedes de cualquier manera lo quieren porque su valor no ha disminuido. Sigue valiendo los mismos 20 dólares.
Muchas veces en nuestras vidas caemos, nos arrugamos, o nos revolcamos en la tierra por las decisiones que tomamos y por las circunstancias que nos rodean. Llegamos a sentir que no valemos nada. Pero no importa lo que hayamos pasado o cuanto pueda ocurrirnos, nunca perdemos el valor que tenemos ante los ojos de Dios. Sucios o limpios, abatidos o finamente alineados, para El somos invaluables.
Acuérdate.... tu valor no cambia.
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