El sueño de tres árboles

Érase una vez, en la cumbre de una montaña, tres pequeños árboles amigos que soñaban en grande sobre lo que el futuro deparaba para ellos.

El primer arbolito miró hacia las estrellas y dijo: "Yo quiero guardar tesoros. Quiero estar repleto de oro y ser llenado de piedras preciosas. Yo seré el baúl de tesoros mas hermoso del mundo".

El segundo arbolito observó un pequeño arroyo en sus camino hacia el mar y dijo: "Yo quiero viajar a través de mares inmensos y llevar a reyes poderosos sobre mi. Yo seré el barco mas importante del mundo".

El tercer arbolito miró hacia el valle y vio a hombres agobiados de tantos infortunios, fruto de sus pecados y dijo: "Yo no quiero jamas dejar la cima de la montaña. Quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo se detenga a mirarme, levantarán su mirada al cielo y pensaran en Dios. Yo seré el árbol mas alto del mundo".

Los años pasaron. Llovió, brilló el sol y los pequeños árboles se convirtieron en majestuosos cedros. Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña. El primer leñador miró al primer árbol y dijo: "¡Qué árbol tan hermoso!", y con la arremetida de su brillante hacha el primer árbol cayó. "Ahora me deberán convertir en un baúl hermoso, voy a contener tesoros maravillosos", dijo el primer árbol.

Entrevista a Dios

Con mi título de periodista recién obtenido, decidí realizar una gran entrevista, y mi deseo fue concedido permitiéndoseme una reunión con Dios!

-"Pasa", me dijo Dios. "Así que ¿quieres entrevistarme?". "Bueno", le contesté, "si tienes tiempo...". Se sonríe por entre la barba y dice: "Mi tiempo se llama eternidad y alcanza para todo; ¿qué preguntas quieres hacerme?".

Ninguna nueva, ni difícil para ti: "¿Qué es lo que más te sorprende de los hombres?" y dijo: "Que se aburren de ser niños, apurados por crecer, y luego suspiran por regresar a ser niños. Que primero pierden la salud para tener dinero y en seguida pierden el dinero para recuperar la salud. Que por pensar ansiosamente en el futuro, descuidan su hora actual, con lo que ni viven el presente ni el futuro. Que viven como si no fueran a morirse, y se mueren como si no hubieran vivido, y pensar que yo, con los ojos llenos de lágrimas y la voz entre cortada dejo de hablar. Sus manos toman fuertemente las mías y seguimos en silencio.

Después de un largo tiempo y para cortar el clima, le dije: "¿Me dejas hacerte otra pregunta?" No me respondió con palabras, sino sólo con su tierna mirada. Como padre, "¿qué es lo que le pedirías a tus hijos?". "Que aprendan, que no pueden hacer que alguien los ame. Lo que sí pueden es dejarse amar. Que aprendan, que toma años construir la confianza, y sólo segundos para destruirla.

Los tres consejos

Una pareja de recién casados era muy pobre y vivía de los favores de un pueblito del interior. Un día el marido le hizo la siguiente propuesta a su esposa:

'Querida yo voy a salir de la casa, voy a viajar bien lejos, buscar un empleo y trabajar hasta tener condiciones para regresar y darte una vida mas cómoda y digna. No se cuanto tiempo voy a estar lejos, solo te pido una cosa,
que me esperes y mientras yo este lejos, seas fiel a mi, pues yo te seré fiel a ti.'

Así, siendo joven aun. Camino muchos días a pie, hasta encontrar un acendado que estaba necesitando de alguien para ayudarlo en su hacienda.

El joven llego y se ofreció para trabajar y fue aceptado.

Pidió hacer un trato con su jefe, el cual fue aceptado también.
El pacto fue el siguiente:

¡Atrévete a hacerlo!

Si nunca rompes un racimo de uva en el lagar, nunca tendrás un vaso de vino sobre tu mesa.

Si nunca te arriesgas a perder, nunca te das la oportunidad de ganar.

Si nunca afrontas la pena de partir, nunca conocerás la alegría del regreso.

Si nunca sufres muriéndote en la siembra, nunca te gozarás renacido en la cosecha.

Si nunca te dueles bajo el peso de tu culpa, nunca saborearás el alivio del perdón.

Si nunca mueles los granos de tu trigo, nunca conocerás el sabor del pan.

La humilde golondrina llegó

Fue el primero de agosto. Las golondrinas del mar salieron desde algún punto a pocos grados del polo norte. Cruzando dos hemisferios llegarían a la mismísima Antártida. Pero tal vez eso no asombre tanto como el regreso.

Partirán desde los hielos permanentes. Deberán volar 17 mil kilómetros con la sola fortaleza de sus propias alas. Deberán hacerlo de día y de noche. En muchos casos durante 3 mil kilómetros de vuelo, todo el horizonte a su alrededor será sólo el mar.

Sin embargo todo lo harán para llegar al mismo punto exacto donde el año anterior dejaron su nido. Y volarán por sobre las olas que podrían hacer naufragar a muchas embarcaciones, sortearán tormentas a la que el más moderno de los aviones no se atrevería, dejarán atrás heladas zonas capaces de hacer fracasar a las expediciones equipadas con la mayor tecnología.

El cerco

Había un niñito que tenía muy mal carácter.

Un día su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma debería clavar un clavo en la cerca de atrás de la casa.

El primer día el niño clavó 37 clavos en la cerca... Pero poco a poco fue calmándose porque descubrió que era mucho más fácil controlar su carácter que clavar los clavos en la cerca.

Finalmente llego el día cuando el muchacho no perdió la calma para nada y se lo dijo a su padre. Entonces el papá le sugirió que por cada día que controlara su carácter debería sacar un clavo de la cerca.

Los días pasaron y el joven pudo finalmente decirle a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca... entonces el papá llevó de la mano a su hijo a la cerca de atrás...

La perla de la vida

Cierto día un tratante en joyas vio en un huerto algo que tenía asomos de ser una perla, se acercó a comprobarlo y al cerciorarse de ello decidió adquirir el campo.

Como era un hombre honrado, no quería engañar al propietario del terreno, (que como tierra de cultivo era de valor nulo), así que decidió que le diría el motivo de la compra.

Fue pues junto al propietario, quien ignoraba lo que había en el mismo y buscaba un pardillo, al que venderle una tierra incultivable. Pidió una cantidad exorbitante, algo que nadie pagaría por un buen terreno, y menos por uno como aquel, si no fuera por la perla.

Las cuatro esposas

Había una vez, un rey que tenía 4 esposas... Él amaba a su cuarta esposa mas que a las demás, la adornaba con ricas vestiduras y la complacía con las delicadezas más finas... ¡Solo le daba lo mejor!

También amaba mucho a su tercera esposa, a ella siempre la exhibía en los reinos vecinos. Sin embargo, temía que algún día ella se fuera con otro.

También amaba a su segunda esposa...

Ella era su confidente, siempre se mostraba bondadosa, considerada y paciente con él. Cada vez que el rey tenia un problema, confiaba en ella para ayudarle a salir de los tiempos difíciles...

“... La primera esposa del rey era una compañera muy leal, ya que había hecho grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del monarca...

Sin embargo, el no amaba a su primera esposa; aunque ella le amaba profundamente, apenas se fijaba en ella...”

Un día, el rey enfermó y se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo...

El ruido de un chelín

Cuentan que uno iba por la calle. Había ruido, todo el mundo caminaba hablando. De repente, alguien se detuvo y miró y con los ojos buscaba algo en el suelo “aquí está”, dijo. Era un simple chelín que alguien había perdido.

El compañero le preguntó: ¿cómo era posible que sintiese el ruido del chelín en la calle, en medio de aquel ruido? El, muy sereno respondió: cada uno escucha lo que lleva en su corazón.

Una gran verdad, cada uno escucha más con el corazón que con las orejas y oidos. Cada uno escucha ruidos diferentes a los otros.

Quien vive con el corazón metido en el mundo del dinero, escucha hasta el ruido de un chelín caido en la calle.

Quien vive con el corazón lleno de mundo, solo escucha las voces del mundo.

La serpiente y la luciérnaga

Cuenta la leyenda, que una vez, una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía rápido con miedo de la feroz depredadora, y la serpiente no pensaba desistir.

Huyó un día, y ella no desistía, dos días y nada… en el tercer día, ya sin fuerzas la Luciérnaga paró y dijo a la serpiente:

- ¿Puedo hacerte tres preguntas?

- No acostumbro dar ese privilegio a nadie pero como te voy a devorar, puedes preguntar…

- ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?

- No, contestó la serpiente…

- ¿Yo te hice algún mal?

- No, volvió a responder

- Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?