¡Cambiémos!

Frente a tantos agoreros y cantores de cataclismos, ruinas y muerte, esté mensaje quiere abrirte la puerta de la felicidad, sin optimismos dulzones de sacarina falsa.

Tú, yo y todos los seres humanos estamos anhelando en cada momento un poco más de felicidad.

Esto es alcanzable. Tú puedes ser un poco más feliz de lo que eres ahora.

Lo serás cuando vivas tu vida más plenamente. Cuando desarrolles lo que eres y puedes, más intensamente. Yo sé que cuando reflexiones y medites serenamente, descubrirás por ti mismo cosas más claras, luminosas y reveladoras de las que yo te digo.

No debes permitir que nadie haga por ti lo que tienes que hacer ti mismo.

No leas este mensaje una sola vez. Reléelo... y trata de reflexionar.

Que estas palabras no sea como un chaparrón que cae de repente y corre hacia el barranco sin mojar la tierra.

Yo no intento ser tu maestro. Sobran muchos maestros y sobran muchos métodos. Sólo intento ayudarte a pensar. La mejor escuela es la vida, la de tu vida.

Sólo intento que vayas siempre a favor de la vida. La vida que está en ti y en cada ser humano con todas sus riquezas y variados matices de expresión y sobre todo con la principal, propia y únicamente verdadera expresión de la vida:

Sólo cuando somos fieles a nosotros mismos sin concesiones fáciles a la alabanza exterior o al instinto ciego egoísta, vivimos plenamente y amamos de verdad.

El mundo será menos malo cuando tú y yo seamos mejores.

Muchos quieren cambiar el mundo, que el mundo cambie. Pero no empiezan por donde únicamente pueden empezar: cambiarse a sí mismo. Es el único camino.

Los demás caminos son evasiones de ese reto que tenemos todos de ser hoy mejores que ayer para que el mundo también mejore.

El día que dejemos de lamentarnos y echar las culpas de los males del mundo a otros... habremos empezado a recorrer un buen camino. El verdadero.

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