Creer intensamente

Creer intensamente en una meta constituye una de las fuerzas más poderosas del mundo.

Juana de Arco era una pastorcita de tan sólo 12 años cuando desarrolló la creencia de que ella encabezaría el ejercito francés en contra de Inglaterra.

La intensidad de su creencia era avasalladora. Cumplidos los 17 años se presentó ante el príncipe Carlos y le explicó su creencia; este quedo tan convencido que le dió una armadura y le encomendó el mando de un ejercito.

Acto seguido, Juana de Arco le puso sitio triunfalmente a la Fortaleza de Orleáns, hasta entonces supuestamente inexpugnable.

Vale la pena repetirlo: creer intensamente en una causa o meta constituye una de las fuerzas más poderosas del mundo. No importa cuales sean las desventajas o cual insuperables parezcan las barreras: el hecho de creer determina que hay una forma de salir adelante.

La armadura de esas creencias y metas puede tomar la forma de un estetoscopio, una maquina de escribir o un micrófono. La espada puede ser la paciencia, la falta de egoísmo o una actitud que no admite derrota.

Yo creo que el éxito lo logran personas comunes y corrientes con resolución extraordinaria, nótese que no he dicho que sea tarea fácil. Logros que valen la pena en raras ocasiones lo son.

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