Cuando te levantabas esta mañana, te observaba y esperaba que me hablaras, aunque fuera unas pocas palabras, preguntando mi opinión o agradeciéndome por algo bueno que te haya sucedido ayer.
Pero noté que estabas muy ocupado buscando la ropa adecuada para poderte ir al trabajo. Seguí esperando de nuevo. Mientras corrías por la casa arreglándote, supe que había unos cuantos minutos para que te detuvieras y me dijeras "Hola", pero estabas demasiado ocupado.
Te observé mientras ibas rumbo al trabajo y esperé pacientemente todo el día. Con todas tus actividades supongo que estabas demasiado ocupado para decirme algo. Pero está bien... aún quedaba mucho tiempo.
Después encendiste el televisor, el computador para ver el e-mail. Esperé pacientemente mientras veías el televisor, cenabas, pero nuevamente te olvidaste de hablar conmigo y nada.
A la hora de dormir creo que estabas muy cansado. Después de decirle buenas noches a tu familia, caíste en tu cama y de inmediato te dormiste. No hay problema, porque quizá no te des cuenta de que siempre estoy ahí para ti.
Tengo más paciencia de la que te imaginas. También quisiera enseñarte cómo tener paciencia con otros. Te amo tanto que espero todos los días por una oración, un pensamiento o un poco de gratitud de corazón.
Bueno, te estás levantando de nuevo y otra vez esperaré, sin nada más que mi amor por ti, esperando que el día de hoy me dediques un poco, un poquito de tu tiempo.
Que tengas un buen día. Tu padre: DIOS.
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