Uno crece cuando no hay vacío de esperanza ni debilitamiento de voluntad, ni perdida de fe.
Uno crece cuando acepta la realidad y tiene aplomo de vivirla.
Uno crece cuando acepta su destino, pero tiene la voluntad de trabajar para cambiarlo.
Uno crece asimilando lo que deja por detrás, construyendo lo que tiene por delante y proyectando lo que puede ser el porvenir.
Crece cuando se supera, se valora y sabe dar frutos.
Cuando abre camino, dejando huellas, asimila experiencias y siembra raíces.
Cuando se impone metas, sin importarle comentarios ni prejuicios, cuando da ejemplos sin importarle burlas ni desdenes, cuando cumple con su labor, sin importarle los otros pareceres.
Uno crece cuando sé es fuerte por carácter, sostenido por formación y sensible por temperamento.
!Y humano por nacimiento!
Uno crece cuando enfrenta el invierno aunque pierda las hojas.
Recoge flores aunque tengan espinas y marca caminos aunque se levante el polvo.
Uno crece cuando es capaz de afianzarse con residuos de ilusiones, capaz de perfumarse con residuos de flores.
¡Y de encenderse con residuos de amor...!
Uno crece ayudando a sus semejantes, conociéndose a uno mismo y dándole a la vida más de lo que recibe.
Crece cuando se planta para no retroceder.
Cuando se defiende como un águila para no dejar de volar.
Cuando se clava como un ancla y se ilumina como estrella.
Entonces... ¡UNO CRECE!!!
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