Recuerdo que antes de yo nacer estaba preocupada porque no conocía el mundo al que llegaría, entonces le pedí a Dios instrucciones para vivir en esta tierra, Dios acercó su voz a mi oído y dijo:
Sé como el sol, levántate temprano y no te acuestes tarde.
Sé como la luna, brilla en la oscuridad, pero sométete a la luz mayor.
Sé como los pájaros, come y canta, bebe y vuela.
Sé como las flores, enamoradas del sol, pero fiel a sus raíces.
Sé como el buen perro, obediente, pero nada más a su señor.
Sé como la fruta, bella por fuera, saludable por dentro.
Sé como el día, que llega sin alardes y se retira igual.
Sé como los recién nacidos, sin temor a la muerte.
Sé como el oasis, da tu agua al sediento.
Sé como el rió, siempre hacia adelante.
Sé como la luciérnaga, aunque pequeño bicho, emite su propia luz.
Sé como los niños, juega, ríe y no te preocupes por la vejez.
Sé como el agua, buena y transparente.
Sé como los toros de lidia, lucha por tu vida hasta el final.
Sé como José, cree en tus sueños.
Sé como Lázaro, levántate y anda.
Y por sobre todas las cosas, sé como el cielo, la morada de Dios.
Si somos así como todo lo que nos dice el mensaje, viviremos muy felices, así que analicemos muy detenidamente cada ejemplo que se nos presenta para tomar eso que es bueno para nosotros. Seamos así, como Jesús, como nuestro Dios, si somos su imagen y su semejanza es el reto a seguir.
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