Perfecto, el asesino

Perfecto, el asesino, fue uno de los tres hombres acusados que fueron conducidos ante el juez para recibir su sentencia. Ya en el juicio, el Juez preguntó al primero:

- ¿Reconoce, usted, los cargos por las cuales se le acusa?

El acusado respondió:

- No, Señor Juez, porque fue una calumnia y una acusación desconocida la que me trajo hasta aquí.

El Juez no tuvo nada que decir, ante la negativa del acusado. Así que prosiguió con el segundo. Interrogó:

- Y usted, ¿reconoce su delito por el cual se le acusa?

El otro contestó:

- No, ¿cómo puedo reconocer aquello por la cual se me acusa? Se me imputa por un delito de robo, pero yo jamás robé nada a nadie.

La segunda negativa puso en duda la postura del administrador de justicia, ya que era un hecho que los dos estaban mintiendo. Entonces preguntó a Perfecto, el tercer imputado.

- ¿Señor Perfecto, reconoce usted los delitos por los cuales se le acusa?

El hombre, inclinando la cabeza, contestó:

- Por su puesto, Señoría. Estoy aquí porque maté al hombre que hirió a mi familia y yo perdí la cabeza. Así que, Señoría, puede usted disponer de mí como mejor le parezca.

Y la autoridad determinó:

- Liberad a este hombre debido a su honestidad y a los dos anteriores conducidlo a la cárcel por mentirosos.


‘La mentira tiene patas cortas; la honestidad vale per se’

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