Un padre de familia fue a pasear a las orillas de un río que se mecía junto a un poblado de pescadores.
Estando en ella, el niño observaba fijamente al pescador que sostenía una larga varilla y el hilo que se perdía en las profundidades de las aguas. Entonces preguntó a su padre, interrumpiendo lo que éste decía:
- Papá ¿qué está haciendo ese hombre?
El padre contestó:
- Ese hombre está pescando.
El niño siguió observando lo que ocurría con aquel hombre y es entonces cuando del viejo pescador se apoderó un sueño irresistible que dejó caer la varilla, pues el sol era fuerte. Acto seguido parecía desatarse un gran evento dramático.
El pez había picado el anzuelo y la varilla fue tirada hacia el agua. En ese momento parecía despertar el hombre pero, como la cosa exigía una acción inmediata, el viejo perdió el equilibrio y cayó al río.
Luego comenzó a debatirse en las aguas para librarse de ellas. Mientras eso ocurría, el chaval que observaba atentamente aquel suceso, preguntó a su interlocutor:
- Papá, ¿Ese viejo está pescando un pez o el pez está pescando al hombre?
Frente al dinero, el prestigio y el poder, como en este caso, el hombre es siempre la víctima, el atrapado, el pescado. En cuanto ve el dinero, el prestigio o el poder, deja de ser él mismo. Esa es la locura de nuestro tiempo. Y esa locura, procura la infelicidad.
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